lunes, 22 de abril de 2013

Danza Agridulce.

Mediando la calma y el sosiego le doy pausa a mi travesía, no le soy ajeno a la tarde, lo sé porque ya ha dejado pasar amantes, turistas y transeúntes ensimismados para al fin recibirme. Se presenta liviana pero en su ocaso pide a gritos un beso para humedecerse la noche.

Muerdo una naranja y mientras degusto su sabor agridulce me acaricia una racha de viento; debió haber notado que estoy solo y me trae compañía, parece una flor; tal vez se descuidó y se la arrebató a su dueño, aunque quizá es una aventurera que decidió dejar el jardín hermoso que le condenaba a permanecer segura en un mismo sitio. No le rechazo, parece encantada con el capricho de la brisa, se detiene un momento a mi lado pero le dejo pasar, no sin antes despedirme y prometerle que le inmortalizaré en estas líneas.

Suena a lo lejos música árabe, quizá la melodía perfecta para reemprender el camino. Mirar atrás a veces es placentero; se quedan la plaza, la gente y una musa que se despide danzando.
©Hale Sastre



viernes, 12 de abril de 2013

De tu cielo y mi limbo.


¡Desnúdate!
Iré más allá del placer;
tocaré más que la dicha 
oculta entre lágrimas y risas.

Nos envuelve la noche,
y el temblor de tu carne anuncia tempestades;
emociones que se escapan en suspiros.

Una extensión de mi deseo se vuelve caricia,
humedad que empapa sentidos,
sentidos que abrazan
y un abrazo que nos mantiene erguidos
y nos libera en lluvia entre tu cielo y mi limbo...

Tus ojos en calma otra vez
sutilmente anuncian tormenta.
Tú, sonríes... la mañana llega.
©Hale Sastre

Kaya Scodelario
                   En fotografía Kaya Scodelario.


sábado, 6 de abril de 2013

De reflejos en la ventana.

Mientras miraba su reflejo en la ventana terminaba su café; pronto tendría que salir de nuevo a la lluvia. No era la primera vez que le rompían el corazón pero quizá sí la primera vez que lo hacía alguien a quien había dado una segunda oportunidad de quedarse en su vida; -las personas no pretenden cambiar realmente sino adecuar situaciones a su estilo de vida -pensaba. Esa tarde lo había comprendido.
Fotografía por: ©James Chan
De nada valía buscar de entre los besos los que eran sinceros, al final todos los besos se parecen; lo que los eleva es la forma en que te involucras en ellos. Así pasa con la gente; eres tú quien le da relevancia, incluso si les gusta rasguñar su piel mientras se arrastran por fango y desperdicios o bien si su andar es erguido y grácil; siempre el disfraz lo pones tú. -¿Y luego por qué terminas llevándote decepciones? -se preguntaba, como si en el suspiro que exhalaba se hallara la respuesta.

Con el roce de un parpadeo sentió el tiempo perdido caer de golpe sobre su pecho y después, de alguna parte sacó fuerzas para levantarse y salir. Lamió sus heridas.

"Los seres humanos somos maravillosos; podemos rehacer nuestra vida aún después de haberla visto caer en pedazos frente a nosotros..."               
                                                                             ©Hale Sastre
                                   


martes, 2 de abril de 2013

De pistas con lluvia y deseos semi vacíos.

Te miro salir mientras levantas tu libertad y la guardas en el bolso pero antes quieres bailar y regresas a la pista. Tendré sólo lo que quieras que tenga de ti... de cualquier forma es hermoso verte danzar con los ojos cerrados.

Escucho tu risa acercándose, el alba sonríe y la pista se vacía; quizá ya es hora de marcharme, no intenté cortejarte realmente, así que el empate a cero es justo. 

Me acerco a la salida pero tomas mi mano y me pides que me quede. Dudo por un segundo, pero sólo por un segundo; no seré yo quien le ceda esta pieza a la soledad.


Te miro a los ojos y me quedo suspendido un instante; -ni siquiera pienses en robarle un beso -me digo tajante. Tú sabes bien lo que no quieres.

La música se detiene y se encienden las luces, dices que tienes que irte y aunque me entristece saberlo, por otra parte también me alegro. Alguien a quien amas debía esperarte.

Encontrarte una segunda vez en esta inmensa ciudad fue lindo; yo me acerco a saludarte pero mantengo mi distancia, no quiero enamorarme de nadie. Te sorprende verme de nuevo, me recuerdas que no te dije mi nombre aquella noche, que desde entonces no dejas de pensar en mí, que sabes lo que quieres, lo que necesitas y de quién te enamoraste.

Es curioso como comenzó a llover mientras te acercabas; la lluvia jugaba a colarse entre nosotros. Bien sé que cuando las nubes se marchen tú serás sol de otro horizonte, entonces me separo de ti y doy un paso atrás. Nuevamente me pides que me quede, pero ahora lo sé, lo tengo claro. Serás sólo un deseo de lluvia que no consiguió mojarse.
©Hale Sastre