Mediando la calma y el sosiego le doy pausa a mi travesía, no le soy ajeno a la tarde, lo sé porque ya ha dejado pasar amantes, turistas y transeúntes ensimismados para al fin recibirme. Se presenta liviana pero en su ocaso pide a gritos un beso para humedecerse la noche.
Muerdo una naranja y mientras degusto su sabor agridulce me acaricia una racha de viento; debió haber notado que estoy solo y me trae compañía, parece una flor; tal vez se descuidó y se la arrebató a su dueño, aunque quizá es una aventurera que decidió dejar el jardín hermoso que le condenaba a permanecer segura en un mismo sitio. No le rechazo, parece encantada con el capricho de la brisa, se detiene un momento a mi lado pero le dejo pasar, no sin antes despedirme y prometerle que le inmortalizaré en estas líneas.
Suena a lo lejos música árabe, quizá la melodía perfecta para reemprender el camino. Mirar atrás a veces es placentero; se quedan la plaza, la gente y una musa que se despide danzando.
©Hale Sastre
Eres dueño de tantas realidades entrelazadas en un mismo camino... Acompañarte es una maravillosa locura.
ResponderEliminarCompañía que refresca como el agua que humedece el viento. Sigamos pues hasta donde la locura se reinvente =)
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